jueves, 19 de junio de 2014

Argentina está obligada a pagar, sólo puede negociar el como

Argentina, obligada a negociar con los fondos

Los compradores de deuda incumplida se preparan para cobrar al fin tras su victoria en la Justicia de EE.UU.
Por Matt Wirz para The Wall Street Journal.

Algunos fondos de cobertura que se enfrentaron por inversiones en Argentina están listos para empezar a contar sus ganancias.

Gramercy Funds Management LLC obtuvo una utilidad al vender este año la mayor parte de los bonos soberanos argentinos que compró a partir de 2007, indicó una fuente al tanto.

Las ventas tuvieron lugar antes de que la Corte Suprema de Estados Unidos provocara el lunes una nueva sacudida en el mercado de deuda argentina, al rechazar escuchar la apelación del gobierno de una orden judicial que lo obliga a pagar a los fondos de cobertura que no aceptaron reestructuraciones de los bonos incumplidos en 2001.

El miércoles, Argentina suavizó su postura, diciendo que negociará con los acreedores que no aceptaron canjes anteriores.

Los acontecimientos reivindicaron a Elliott Management Corp. y Aurelius Capital Management LP, que han acumulado considerables ganancias en papel en sus inversiones argentinas al demandar al gobierno para que cumpla con los pagos y que han chocado varias veces con Gramercy en este asunto.

Argentina había descartado negociar con los acreedores. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo incluso este lunes que los intentos de los fondos de cobertura para cobrar la deuda equivalían a una "extorsión".

Los bonos que maduran en 2033 subieron hasta 75 centavos por dólar el miércoles por la tarde, desde 71,5 centavos, según operadores. Esos bonos rendían 11,9%, comparado con hasta 12,6% horas antes. El índice bursátil de referencia de la Bolsa de Buenos Aires, el Merval, cerró con un alza de casi 3%.

Gramercy, de Greenwich, estado de Connecticut, tenía bonos con un valor de al menos US$400 millones en febrero, antes de empezar a vender, según documentos judiciales. Los reclamos de Elliott a Argentina llegan a cerca de US$2.500 millones y los de Aurelius a unos US$1.500 millones, indican los documentos. La decisión de la Corte Suprema impacta aproximadamente US$1.500 millones en bonos en manos de los holdouts.

Los acontecimientos ponen de relieve las diferentes estrategias que han empleado los inversionistas para ganar dinero en Argentina, cuya cesación de pagos en 2001 fue el mayor incumplimiento de deuda soberana de la historia y cuyos mercados se vieron nuevamente sacudidos por el rechazo de la Corte Suprema. El episodio también resalta la larga espera que pueden tener los fondos para obtener ganancias sobre sus inversiones.

"Si consigues el negocio que Elliott va a lograr ganarías mucho más, pero no es como si otros que invirtieron hace años no hayan hecho dinero", dice Varun Gosain, cofundador de Constellation Capital Management LLC, quien ha transado deuda argentina desde su incumplimiento en 2001. Los bonos del país llegaron a negociarse a 18 centavos por cada dólar tras la cesación de pagos, agrega.

Elliott y Aurelius han reclamado la totalidad de la deuda original más varias veces ese monto en intereses vencidos. Los dos fondos se destacan en el caótico mundo de la inversión en deuda morosa porque están dispuestos a llevar a la Justicia a los países que se retrasan en sus pagos.

El hecho de que tan pocos inversores se muestren dispuestos a asumir esos riesgos permite a Elliott y Aurelius comprar bonos soberanos en default con grandes descuentos, dijeron personas familiarizadas con los fondos. Les puede llevar años conseguir que les paguen, y no siempre recuperan el valor total de sus créditos.

Argentina incumplió el pago de decenas de miles de millones de dólares de su deuda en 2001. Elliott, que es propiedad de Paul Singer, un donante republicano, comenzó a comprar bonos en 2004 apostando a que su la firma podría recuperar mucho más.

El país convenció en 2005 a 76% de los tenedores de bonos de que canjearan sus títulos por nuevos bonos que valían menos de la mitad de lo que se les adeudaba. Los propietarios de alrededor de US$18.000 millones, incluyendo Elliott, retuvieron sus papeles, negándose a participar del acuerdo con Argentina.

Elliott comenzó a demandar a Argentina en los tribunales de EE.UU.

Gramercy entró en el mercado en 2007. Pero en lugar de litigar, el fondo fundado por Robert Koenigsberger tuvo una actitud amistosa ante el gobierno de Kirchner.

Ese fondo ayudó al gobierno a organizar otro canje de bonos que convirtió bonos que representaban deuda original por US$10.000 millones en nueva deuda, con bonos equivalentes a unos US$3.000 millones. Una vez más, Elliott retuvo sus tenencias, como lo hizo Aurelius, que comenzó a comprar bonos argentinos en 2007.

Brodsky, el fundador de Aurelius, trabajó en Elliott durante nueve años antes de fundar su propia firma en 2005. En 2011, este ex abogado dio pelea al gobierno irlandés por los bonos en default que compró en Allied Irish Banks PLC, un banco que Irlanda nacionalizó y reestructuró. Aurelius llegó a un acuerdo tras un juicio de dos semanas y no está claro si el fondo obtuvo ganancias.

Elliott fue pionera en esta estrategia a finales de 1990 cuando rechazó una oferta de Perú para reestructurar algunas de sus deudas mediante nuevos bonos. El fondo batalló con la nación andina en los tribunales del estado de Nueva York, para finalmente ganar US$58 millones en ese juicio, en 2000.

Elliott y Aurelius ganaron una sentencia similar contra Argentina en un tribunal de Nueva York en 2012, pero fueron incapaces de hacerla efectiva hasta que la Corte Suprema rechazó la apelación de Argentina el lunes.

El año pasado, Gramercy lanzó una campaña para neutralizar la amenaza de que los holdouts pudieran bloquear los pagos de los bonos reestructurados en propiedad de Gramercy y otros fondos como el ICE Canyon LLC.

El resultado judicial del lunes fue una clara victoria legal para los Singer y Brodsky, pero se han contenido de descorchar el champán hasta que Argentina realmente pague, dijeron personas familiarizadas con el asunto. / Por Matt Wirz para The Wall Street Journal. John Carreyrou, Nicole Hong y Ken Parks contribuyeron a este artículo.--

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